viernes, 29 de octubre de 2021

A Chiquitín

El sonido de unas patas recorre el suelo, en realidad, parece provenir de unas uñas que deambulan de forma arrítmica y torpe, pero que de alguna manera se adueñan sin esfuerzo del espacio donde se encuentran. Las paredes se cubren de felicidad cuando un pelaje frondoso, blanco y grisáceo, que al parecer es el mismísimo propietario del sonido, ingresa a la habitación. Una cola que acompaña a esta silueta, un metrónomo que marca el ritmo de la alegría animal. Muy distinta a la humana cabe recalcar, porque no conoce de decepciones que puedan atenuarla. Unos ojos apagados y enfermizos que se extrañan poco o nada porque se ayudan de otros sentidos esenciales como el olfato, el tacto y el amor para localizar todo alrededor suyo. El ladrido característico del reino canino es un ornamento para él en lugar de un vulgar ruido, una señal de júbilo para momentos específicos en los que la cola desea intensamente, pero no logra, gritar de emoción. 


Un trozo de comida, cualquiera, lista para ser engullida sin tregua. Una puerta que se abre permitiendo su paso. Un abrazo largo, una caricia corta. Un paseo en carro para seguir durmiendo al conciliar el sueño, un timbre de casa que se lo quita al sonar. Un viaje en familia. Un tubo de papel higiénico arrojado con fuerza hacia el suelo, un peluche sin ojos tal como él. Una llegada de sus seres queridos a casa después de un largo día en soledad. Formas de decir te amo sin recurrir al verbo, más poderosas e intensas incluso, precisamente porque fabrican el acto de amar en tiempo real mientras son entendidas a la perfección por dos especies distintas. El tiempo, una broma más creada por el universo, para ti siglos, para nosotros minutos. Un anciano, mi hermanito menor con una inocencia inmaculada dentro de un cuerpo ancestral malogrado. Una partida tan inesperada como tu llegada, que compensa y multiplica en tristeza todo el júbilo que brindaste. Una compañía eterna que trasciende lo físico, porque lo que fue real se manifiesta en la intangibilidad de la memoria, hallando un nicho y haciendo trinchera de los recuerdos alegres, que sin embargo en ocasiones duelen más, muchísimo más, que la mordida más feroz que nunca te atreviste a dar.

lunes, 10 de mayo de 2021

Senora N

Una manana pude notar que mi teclado había sufrido un dano muy curioso que a la vez me resultó placentero: la letra n había dejado de funcionar. Por supuesto, no me estoy refiriendo a la letra “n” que observan en este texto ahora, esa puedo escribirla sin problema. Hablo de su hermana fea, aquel mal intento de una copia, la que carece de identidad personal; porque mientras que la n, la linda, la que apellida a Neruda, con la que escribimos finas palabras como noche, nieve o nimiedades, realiza un loable esfuerzo por embellecer nuestra escritura, la otra es una aberración estética para el idioma que hablamos. 

¿Qué se supone que es esa raya que lleva arriba? Si me lo preguntan, la considero una burla hacia los hispanohablantes, un rasgo vulgar, una línea con un trazo que se siente pecaminoso, sucio, torcido, de más. Es una letra entrometida que por algún motivo envidia la ardua labor de la g y la n para emular su sonido en términos como lasagna. Sí. Necesita el protagonismo a toda costa. Cuando no se lo dan, cuando olvidamos realizar su estúpido trazo superior, recurre a rabietas lingüísticas como la de evocar la imagen de un esfínter cada vez que hablamos de algo tan recurrente como los anos, claramente en referencia a la unidad de tiempo que por las razones ya expuestas no puedo teclear como tal. Y, desde luego, en el proceso de esta cantaleta, afecta una vez más la integridad de la noble n. 


Al cabo de un tiempo conocí a un filólogo inglés que, curiosamente, sentía fascinación por la letra que yo tanto despreciaba y, con una emoción que no podía entender, me explicó su historia:


  • You know, that little thing it has over the top, it’s pretty funny to me, but it’s also damned clever. It started as a shorthand for writing two n’s so… it can be considered as a super n. Like a special letter that Spanish speakers can truly call theirs. So while English, the name of my language, has one n, you get to have a super n in yours: “espaniol”. Oh! yeah, I would’ve loved for it to be written as it is but I just remembered your broken keyboard can’t use it. What a pity, really. Anyway, I think this letter's got something special, some magic I envy as a non native speaker. Maybe I’m exaggerating, but maybe it also makes your idiom stand in a subtle yet amazing way.


Luego de aquella conversación que resonó en mí, hice las paces con la n que consideraba mala. Comencé a apreciar su belleza singular y, en lugar de apartarla, la buscaba en letreros de la calle, la pronunciaba habitualmente para al menos sentir su presencia fonética ya que no podía escribirla. Sonaba con ella durante las noches, con sonar no me refiero al sonido, sino a la imaginación del dormir que requiere de su presencia para ser escrita de forma correcta. Poco a poco comprendí que había palabras muy nuestras como carino, companía o senal que esta se encargaba de ornamentar y que yo no me había detenido a apreciar debidamente. Tal como lo había mencionado mi amigo inglés, si el espanol la porta orgulloso en su nombre debe ser porque trata, con mucha gracia, de brindar un guino particular a los otros idiomas. ¡Cómo me gustaría escribir guino como se debe! Resulta irónico que la n que tanto alabé en su momento a costas de su hermana ahora me estorbe un poco. 


Senora N, lamento haber vertido comentarios errados sobre usted, además de haberla juzgado tempranamente ocasionándole malestar. Comprendo que como respetable senora se toma la libertad de incluirse a usted misma en esta palabra, comprendo ahora que el trazo que adorna su cabeza, y que yo no puedo brindarle ya, no es una vulgar raya, sino un sombrero, elegante como usted, o quizás una corona, que la convierte en su senoría. Senora N, espero algún día pueda disculparme por mis injurias y sea posible que me acompane nuevamente. Senora N, la extraño.