Tu ausencia es más sublime que el mismo silencio porque ni siquiera los pensamientos se atreven a manifestarse en nombre de no perturbar tu memoria.
Tu memoria yace junto a recuerdos que evito evocar (salvo en momentos excepcionales donde la tristeza lo juzga estrictamente necesario) por miedo a que se conviertan, desgastados por el surgimiento, en la vulgar réplica de una reminiscencia de tu existir.
Tu existir, ya no más. El mío, ido junto al tuyo.
Escribo esto mientras no pienso en ti, porque el hacerlo me garantiza no recordar tu ausencia.